miércoles, 13 de octubre de 2010

El hombre duplicado: el cuerpo exiliado

                                                                                  Lic. Fabiana Takahashi 

 El tiempo de los descubridores aún no ha terminado.
Continuemos,  pues, descubriendo a los otros,
Continuemos descubriéndonos a nosotros mismos.
(José Saramago. Descubrámonos los unos a los otros)



El hombre duplicado, de José Saramago, narra la historia de un hombre común con una vida monótona, aburrida, solitaria y sin expectativas. Cuenta con un fracaso matrimonial y una relación amorosa en la cual no logra comprometerse. Su vida se reduce a corregir exámenes y leer un libro por las noches. Luego está su trabajo, en el cual da clases, comparte algún tiempo con sus colegas y asiste a reuniones.

Pero un hecho  fortuito irrumpe en esta rutina –y en su vida tal como era hasta ese momento- cuando Tertuliano encuentra a su alter ego. Su propio cuerpo pero exiliado. Entonces, comienza una frenética búsqueda de este extraño y a la vez paradójicamente igual a él. La situación perturba considerablemente su existencia, al no poder asumir “la existencia, tal vez en la misma ciudad, de un hombre que, a juzgar por la cara y por la figura en general, es su vivo retrato[1]”, en otra parte, haciendo otra vida.

La búsqueda del otro –del ‘no yo’, del diferente- se torna obsesión y al hallarlo, la vida de Antonio Claro se le presenta como un espejo donde la imagen devuelta es ‘otro yo’ mostrándole lo que desearía tener: un trabajo excitante, una vida sentimental estable, un hogar. Entonces surge inevitablemente la intolerancia ante el semejante: en el  mundo no hay lugar para los dos y uno deberá indefectiblemente imponer la fuerza sobre el otro hasta neutralizarlo. En el texto <<Descubrámonos los unos a los otros>>, Saramago se refiere a los navegantes ibéricos que descubrieron otra civilización, humanamente, esencialmente igual,  pero con costumbres, lenguajes e historias diferentes, donde -por causa del eurocentrismo, la intolerancia y los abusos del poder- Europa convirtió el ‘encuentro de pueblos’ en “lo que entonces fue violencia, depredación y conquista. Explica este autor al respecto, que:

el día en que…pusieron pie en las tierras por primera vez descubiertas, lo que dentro de ellos…despertó violentamente fue, una vez más, el demonio de la intolerancia, la dificultad de aceptar y reconocer al otro en todas sus diferencias, y peor todavía, el rechazo a admitir que la razón del otro pudiera, racionalmente, prevalecer sobre la nuestra, y que el espíritu del otro hubiera podido alcanzar, por sus propios medios, una plenitud igual al otro y de palo lo rechazamos[2].

En El hombre duplicado todo se resuelve cuando Antonio Claro muere y por fin Tertuliano ocupa su lugar y vuelve a ser único, aunque el final abierto de la historia esboza la posibilidad de que haya otro igual buscando a su idéntico y que también acabará por aniquilarlo, en un ciclo sin fin. En esta  novela,  el autor portugués retoma el tema de la identidad, reconstruida desde el reconocimiento del otro semejante y del conocimiento de uno mismo para comprender a los demás, en una ruptura del discurso filosófico que sostiene la unicidad e irrepetibilidad de los seres. Tertuliano busca volver a ser uno. Jean Baudrillard señala al respecto que la constitución de nuestra identidad se realiza desde la mirada del otro que nos objetiva. Afirma este filósofo que “nuestra soledad demanda un espejo simbólico en el que poder reencontrar a los otros desde nuestro interior. Buscamos en el espejo la unidad de una imagen a la que sólo llevamos nuestra fragmentación”.[3]



[1] SARAMAGO, José.  El hombre duplicado. Alfaguara. Buenos Aires. 2002. Pág. 33. En adelante, cuando haga referencia a esta obra, será con las iniciales EHD.
[2]SARAMAGO, José. “Descubrámonos los unos a los otros”. Op. Cit.


[3] www.observacionesfilosoficas.net/alteridad.html. en Baudrillard; alteridad, seducción y simulacro.

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